El tormento más clásico, la crucifixión, tuvo consecuencias insospechadas. Clavaron a Eulàlia en una cruz en forma de aspa, o de X, completamente desnuda, en el cruce de las calles Carme y Hospital, donde hoy hay una fuente. Y entonces ocurrieron los fenómenos. El primero: a Eulàlia le creció el pelo en un instante, cubriendo su desnudez. El segundo: comenzó a nevar, y cayó tanta nieve que también la cubrió hasta el cuello. Por su crucifixión, la catedral de Barcelona se llama de la Santa Cruz y Santa Eulàlia y si uno se esfuerza puede ver cruces en forma de aspa representadas en distintos puntos del edificio. No sólo eso, en el claustro viven trece ocas blancas, en honor a Eulàlia, que era la encargada de cuidar de las ocas de su familia en los antiguos campos de lo que hoy es Sarrià.
Pero volvamos a la leyenda, la tercera y más extraña. El otro tormento que se recuerda de Santa Eulàlia (y el que es más popular) es el del barril. Según la tradición, metieron a Eulàlia en un tonel lleno de clavos, cristales rotos y cuchillos, y la lanzaron rodando cuesta abajo en lo que hoy se conoce como Baixada de Santa Eulàlia. Y parece que así acabó sus días la pobre chica, a sus trece años: masacrada dentro de un tonel.
En la catedral hay una zona que suele pasar desapercibida para los visitantes: la cripta de Santa Eulália. En ella, doce arcos convergen en la clave de la bóveda, sobre el sepulcro de la santa que sumaría de nuevo trece. Allí se guardan los restos de Eulàlia, trasladados desde el lugar donde los encontraron en el siglo noveno: Santa María de las Arenas, antigua iglesia que se erigía en el lugar donde hoy está Santa María del Mar. Al parecer, tras el paso de los musulmanes por la ciudad, se había olvidado el lugar donde descansaban sus restos. ¿Cómo supieron entonces que se trataba de Santa Eulàlia?
El cuerpo de Eulàlia se encontraba dentro de un sarcófago de piedra, donde una inscripción decía que se trataba de su tumba. Pero lo que de verdad convenció a quienes lo hallaron de que esos restos pertenecían a la desdichada Eulàlia era que ese cadáver de niña pseudo momificado, con restos de vidrio y puntas de metal clavadas aún por todas partes de su cuerpo, estaba enterrado dentro de los restos podridos pero aún reconocibles de un barril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario